Recently I traveled with several other WDC members to attend the Hope for the Future conference in Goshen, IN.  Hope for the Future started in 2011, as a gathering of Black, Indigenous, Asian, Latino and other People of Color leaders who are connected to Mennonite Church USA.  The annual event “offers attendees the opportunity to gather as a worshipping community of faith for spiritual renewal, resourcing and mutual support. It fosters a safe environment to assess the current realities and experiences of BIPOC leaders within MC USA, emphasizing ways to build solidarity across cultural, racial and intergenerational boundaries for systemic transformation.” (from https://www.mennoniteusa.org/news/celebrate-damascus-road/). 

This year’s Hope for the Future conference also welcomed white allies who are actively engaged in dismantling racism, to join in a celebration of the 30th anniversary of the Damascus Road anti-racism process. Together we learned about the history of Damascus Road and heard the stories of organizers and trainers who have worked to dismantle systemic racism in Mennonite contexts over the last 3 decades. We honored elders who have embodied the work of justice throughout their lives, and received the valuable insights of young leaders embracing the call to continue this legacy. We considered what it means to be Anabaptists confronting systemic oppression by living out Jesus’ radical love in today’s world, and we enjoyed the nourishment of delicious food, invigorating conversations and mutual hospitality around tables.

As a guest at Hope for the Future, I was grateful to also receive encouragement for the particular journey towards being a white ally – a white person who is committed to confronting and dismantling the systems of oppression that unjustly benefit white people and dehumanize all people. We were reminded of practices that white allies can embrace to strengthen this work, for example:

  • Engaging with other white Mennonites to wrestle with the question “What does it mean to be a white Mennonite?”, and exploring how we benefit from white privilege in our national context and church institutions.
  • Being grounded in local neighborhoods, community relationships, and networks of people who are organizing for justice and peace – even as we discern how to address oppression at the national and international scale.
  • Releasing the myths of exceptionalism (“I am superior”) and perfectionism (“I must always get it right”), accepting we will make mistakes in our efforts to dismantle racism and we can take responsibility to learn and grow from that.
  • Welcoming accountability to People of Color as a key component of collaboration and
    “co-conspiring” in God’s work.
  • Sustaining our work of justice through the power of God’s life-giving Spirit, not merely as an intellectual idea but as embodied in worship, music, celebration, dance, creative arts, food, rest, and within all of God’s creation.
  • Embracing the work of anti-racism as a multi-generational journey, in which we receive both burdens and gifts from our ancestors, and we seek to pass on to our children and grandchildren a future of greater justice, wholeness and peace.

These are only a few glimpses from my own experience at the Hope for the Future conference, and I celebrate the rich diversity of voices and experiences that were represented there.  To hear from some of the participants, go to https://www.facebook.com/AnabaptistWorldHeadlines/videos/hope-for-the-future-conference-2025-interview-01/1650188725591633/

My hope is that Hope for the Future will continue to sustain, equip and inspire the church to live into God’s preferred vision for the world!

-Heidi Regier Kreider, WDC Conference Minister


Esperanza para el futuro, ánimo para el camino

Recientemente viajé con varios otros miembros de WDC para asistir a la conferencia Esperanza para el Futuro [Hope for the Future] en Goshen, IN.  Hope for the Future comenzó en 2011, como una reunión de líderes negros, indígenas, asiáticos, latinos y otras personas de color que están conectados con la Iglesia Menonita USA.  El evento anual “ofrece a los asistentes la oportunidad de reunirse como una comunidad de fe para la renovación espiritual, la dotación de recursos y el apoyo mutuo. Fomenta un entorno seguro para evaluar las realidades y experiencias actuales de los líderes BIPOC dentro de MC USA, enfatizando las formas de construir solidaridad a través de las fronteras culturales, raciales e intergeneracionales para la transformación sistémica”. (de https://www.mennoniteusa.org/news/celebrate-damascus-road/). 

La conferencia Hope for the Future de este año también dio la bienvenida a aliados blancos que participan activamente en el desmantelamiento del racismo, para unirse a la celebración del 30º aniversario del proceso antirracista de Damascus Road. Juntos aprendimos sobre la historia de Damascus Road y escuchamos las historias de organizadores y capacitadores que han trabajado para desmantelar el racismo sistémico en los contextos menonitas durante las últimas 3 décadas. Honramos a los ancianos que han encarnado la obra de la justicia a lo largo de sus vidas, y recibimos las valiosas ideas de los jóvenes líderes que abrazan el llamado a continuar este legado. Consideramos lo que significa ser anabautistas que enfrentan la opresión sistémica al vivir el amor radical de Jesús en el mundo de hoy, y en torno a las mesas disfrutamos del alimento de una comida deliciosa, de conversaciones estimulantes y de la hospitalidad mutua.

Como invitada en Hope for the Future, me sentí agradecida de recibir también animo por el recorrido en particular hacia ser una aliada blanca, una persona blanca que está comprometida a enfrentar y desmantelar los sistemas de opresión que benefician injustamente a las personas blancas y deshumanizan a todas las personas. Nos recordaron prácticas que los aliados blancos pueden adoptar para fortalecer este trabajo, por ejemplo:

  • Interactuar con otros menonitas blancos para luchar con la pregunta “¿Qué significa ser un menonita blanco?”, y explorar cómo nos beneficiamos del privilegio blanco en nuestro contexto nacional y en las instituciones eclesiásticas.
  • Estar arraigados en los barrios, las relaciones comunitarias y las redes de personas que se están organizando por la justicia y la paz, incluso mientras discernimos cómo abordar la opresión a escala nacional e internacional.
  • Liberando los mitos del excepcionalísimo (“soy superior”) y el perfeccionismo (“siempre debo hacerlo bien”), aceptando que cometeremos errores en nuestros esfuerzos por desmantelar el racismo y podemos asumir la responsabilidad de aprender y crecer a partir de eso.
  • Acoger la rendición de cuentas a las personas de color como un componente clave de la colaboración y la “co-conspiración” en la obra de Dios.
  • Sostener nuestra obra de justicia a través del poder del Espíritu vivificador de Dios, no como una mera idea intelectual, sino encarnada en el culto, la música, la celebración, la danza, las artes creativas, la comida, el descanso y en toda la creación de Dios.
  • Asumir la lucha contra el racismo como un viaje multigeneracional, en el que recibimos tanto cargas como regalos de nuestros antepasados, y buscamos legar a nuestros hijos y nietos un futuro de mayor justicia, integridad y paz.

Estos son solo algunos destellos de mi propia experiencia en la conferencia Hope for the Future, y celebro la rica diversidad de voces y experiencias que estuvieron representadas allí.  Para escuchar a algunos de los participantes, vaya a https://www.facebook.com/AnabaptistWorldHeadlines/videos/hope-for-the-future-conference-2025-interview-01/1650188725591633/

¡Mi esperanza es que Hope for the Future siga sosteniendo, equipando e inspirando a la Iglesia para que viva según la visión que Dios quiere para el mundo!

-Heidi Regier Kreider, Ministra de la Conferencia del WDC