Our Annual Assembly theme is “In Community We Transform.” How do we recognize real community? I have said, “I recognize it when I see it—or when I’m in the midst of it.” But what do I see or hear or sense about this group of people that tells me we are authentically connected as God’s people together?

One thing I notice is that people in real community are not afraid to share their real selves. They are honest about their struggles. People in authentic community don’t have to put on a “happy face” when they aren’t. They can share their pain and trust that there will be those who will support and care for them.

Another thing I notice is that people authentically connected aren’t afraid to laugh together. They don’t laugh at each other, but with each other because we share each other’s joy. We aren’t afraid to laugh at the absurdities of life sometimes, too. People in true community don’t take themselves or the group too seriously. We are serious about the community, because it means so much to us, but we’re not overly somber about it.

People in authentic community aren’t afraid to try creative ideas and to sometimes fail. Actually, some of us may not even call them failures, but experiments that didn’t work. We retain our treasured traditions and make new ones.

When we live in flexible, caring community the Holy Spirit works among us, transforming us into the image of Christ.

-Kathy Neufeld Dunn, Associate Conference Minister (KS-Based)


Reflexiones Sobre la Verdadera Comunidad

El tema de nuestra Asamblea Anual es “Nos Transformamos en Comunidad”.  ¿Cómo reconocemos la comunidad verdadera?  He dicho: “La reconozco cuando la veo, o cuando estoy en medio de ella”.  Pero ¿qué es lo que veo, escucho o siento acerca de este grupo de personas que me dice que estamos auténticamente conectados como pueblo de Dios?

Una cosa que noto es que las personas en la comunidad verdadera no tienen miedo de compartir su verdadero yo.  Son honestas acerca de sus luchas.  Las personas en una comunidad auténtica no tienen que poner una “cara feliz” cuando no lo son.  Pueden compartir su dolor y confiar en que habrá quienes los apoyen y cuiden.

Otra cosa que noto es que las personas auténticamente conectadas no tienen miedo de reír juntas.  No se ríen unos de otros, sino unos con nosotros porque comparten la alegría de los demás.  A veces tampoco tienen miedo de reirse de los absurdos de la vida.  Las personas en la verdadera comunidad no se toman a sí mismas ni al grupo demasiado en serio. Nos tomamos en serio la comunidad, porque significa mucho para nosotros, pero no somos demasiado sombríos al respecto.

Las personas en una comunidad auténtica no tienen miedo de probar ideas creativas y, a veces, fracasar.  En realidad, algunos de nosotros ni siquiera los llamamos fracasos, sino experimentos que no funcionaron.  Conservamos nuestras preciadas tradiciones y creamos otras nuevas.

Cuando vivimos en una comunidad flexible y afectuosa, el Espíritu Santo obra entre nosotros, transformándonos a la imagen de Cristo.

-Kathy Neufeld Dunn, Ministra Asociada de la Conferencia