Estamos viviendo nuestro llamado en una época de cambios rápidos. Pareciera que lo que ayer creíamos como importante hoy no es esencial, recibimos constantes alertas de que debemos cuidar muchos de los aspectos de la vida que repercuten en el ministerio, hay días que esta tarea se vuelve compleja.

Y entonces nos miramos en el espejo de 1 Juan 4:7-21 y pienso, como estamos reflejando a Dios en nuestro llamado a ser seguidores de Jesucristo? ¿Nos hemos acaso olvidado de lo fundamental para dar paso a lo que el mundo y sus afanes nos dictan? ¿Como extendemos la gracia y el perdón?  la tolerancia solo tiene una dirección que apunta a mí, o es un ejercicio de doble vía?

Entendiendo que 1 Juan fue escrito apuntando a resolver los conflictos sobre los límites de su comunidad, sobre los puntos básicos de la teología como la fe, la liberación del pecado y exhorta sobre la enseñanza falsa. El énfasis en el amor que nos da el escritor refleja la base del propósito de Dios para la humanidad y apunta a las prácticas como iglesia.

Pareciera que hemos trillado eso de “amémonos unos a otros” Pero cuando regreso al texto de la Biblia, nos damos cuenta de que este énfasis del amor al que se refiere el escritor va más allá del merecerlo, o de hacer méritos para recibirlo, no tenemos que hacer enmiendas al texto o buscar excepciones para recibir el amor sin limites que Dios nos da.

La propuesta de acción sin esperar la validación destaca que el amor de Dios no es un concepto abstracto sino acciones concretas, como Dios mismo dando evidencias de su amor al enviar a su hijo a espiar nuestras transgresiones y la reafirma con el acompañamiento del Espíritu Santo.

Por el contrario, como iglesia y sociedad nos hemos vuelto selectivos en quien es merecedor de gracia perdón y restauración de acuerdo con las etiquetas aceptables del momento.

Cuando leo las escrituras me confrontan y me retan a la contracultura que pareciera ser solo un concepto histórico de nuestra teología y no un llamado vigente a la practica vivencial de vivir más allá de la oficina del ministerio o los calienta bancas del domingo, nos reta a vivir el evangelio de palabra y acción basados en el amor.

Como se traduce esta práctica del amor en nuestro entorno puede ser diferente y será una tarea que se debiera revisar constantemente, por mi parte la he vivenciado en este momento de mi vida en, escuchar sin prejuicios, encontrar puntos que me unan a mis hermanos y hermanas como iguales, conocer la historia de vida de aquellos que me rodean para entender mejor, confiar en el proceso sabiendo que Dios tiene cuidado de su pueblo, afirmar mis practicas espirituales y de estudio bíblico que me enseñen a vivir en la presencia y conocimiento de Dios para servir a mi prójimo amándolos.

-Sandra Montes-Martinez, Ministra Asociado de la Conferencia WDC (basado en TX)


Beyond the Call… Love

We are living out our calling in a time of rapid change. It seems what we thought was important yesterday is not essential today. We receive constant warnings that we must take care of many aspects of life that affect the ministry, there are days when this task becomes complex.

And then, we look at 1 John 4:7-21 and see ourselves reflected on this and I think, how are we reflecting God in our call to be followers of Jesus Christ? Have we perhaps forgotten what is fundamental to give way to what the world and its desires dictate to us? How do we extend grace and forgiveness? Does tolerance only have one direction that points to me, or is it a two-way exercise?

Understanding that 1 John was written aiming to resolve conflicts over the boundaries of their community, over the basics of theology such as faith, deliverance from sin, and exhorts against false teaching. The writer’s emphasis on love reflects the basis of God’s purpose for humanity and points to practices as a church.

It seems that we have played out the phrase “let us love one another” but when I return to the Bible text, we realize that this emphasis of love that the writer refers to goes beyond deserving it, or making merits to receive it, we don’t have to make amendments to the text or look for exceptions to receive the unlimited love that God gives us.

The proposal of action without waiting for validation highlights that God’s love is not an abstract concept but concrete actions, like God himself giving evidence of his love by sending his son for the atonement of our sins and reaffirms it with the accompanying of the Holy Spirit.

Rather, as a church and society we have become selective in who is deserving of grace, forgiveness, and restoration according to the acceptable labels of the day.

When I read the scriptures, I am confronted and challenged by the counterculture that seems to be just a historical concept of our theology and not a current call to the experiential practice of living beyond the office of ministry or the Sunday pew warmers, it challenges us to live the gospel in word and action based on love.

How this practice of love is translated in our environment may be different and it will be a task that should be constantly reviewed, for my part I have experienced it at this moment of my life in listening without prejudice, finding points that unite me with my brothers and sisters as equals, knowing the life story of those around me to understand better, trusting the process knowing that God cares for his people, affirming my spiritual and Bible study practices that teach me to live in the presence and knowledge of God to serve my neighbor by loving them.

-Sandra Montes-Martinez, WDC Associate Conference Minister (TX-based)