Es mi costumbre que, al disponerme a visitar un nuevo lugar para mí, trato de hacer mi tarea de revisar el clima, pues soy asmática y debo ser cuidadosa cuando hay cambios drásticos. También me gusta indagar un poco de las costumbres o historia del lugar a visitar, eso me ha ayudado a poder conectar más fácilmente con la gente del lugar y prepararme para la experiencia.
Debo admitir que por mucha o poca información que obtenga previo a mi visita, siempre habrá algo que me sorprenderá y eso también es parte de la expectativa cuando caminamos con otros.
Aunque tengo muchas buenas memorias, no todas las experiencias han sido agradables, hay muchas que desearían nunca más volverlas a vivir, pero con certeza puedo decir que, de todas estas, hay algo que aprender.
Hoy quiero contarles de algunas de las lecciones aprendidas en el camino, empecemos con nuestro reciente viaje a Guatemala, país que esta muy cerca de mi corazón pues me unen lazos familiares.
El plan era bastante claro Heidi Regier Kreider y yo nos uniríamos a un grupo de lideres de las conferencias parte de MC USA, para participar de un tur de aprendizaje siendo los anfitrión y guía el Seminario Latinoamericano Anabautista SEMILLA en Ciudad de Guatemala.
Este viaje para mi tendría diversos aspectos, el familiar pues mi esposo es guatemalteco y tendría la oportunidad de visitar el cementerio donde mi suegra esta sepultada desde el 2020 cundo murió victima de la pandemia y a quien no pudimos despedir por las limitaciones de viaje del momento y lo repentino de su partida. En esta experiencia aprendí el valor de las despedidas, lo profundo que nos marca el no poder cumplir con los ritos que entendemos como parte de decir adiós a los seres que amamos, y se que no estoy sola en este proceso de duelo.
La parte del viaje para la que me había “preparado” seria la que compartiría con mis colegas, tenía claro el itinerario, y las medidas que debía tomar para prevenir contratiempos, como debería vestirme, importante, debería llevar dos botellas de agua, un impermeable para protegerme de la lluvia, repelente para los mosquitos y hasta un protector solar, no podía olvidar mi computador pues tendría que atender asuntos del trabajo.
Todas estas cosas fueron bastante útiles sin duda alguna, pero no me preparaban para las lecciones de vida que estaba a punto de aprender, no me preparaban para conocer a gente que después de perderlo todo se levantan y con ayuda de otros reconstruyen sus comunidades y dan paso a nuevas asociaciones donde mujeres protagonizan el esfuerza de microempresas y servicios que apoyan a niños y sus familias a salir adelante como lo hace ANADESA http://anadesa.org/.
Tampoco esta preparada para conocer a una misionera con la que coincidimos en Casa Emaús, que es el lugar de hospedaje que proporciona SEMILLA y que esta disponible para grupos como nosotros parte de un entrenamiento o evento de aprendizaje como también alberga a individuos y familias para diferentes propósitos. Pero regresemos a la misionera Lurdes, esta mujer visita los lugares menos populares para la gente de la iglesia como los basureros, los antros de prostitución y otros lugares para hablarles de Jesús a las personas que ahí conoce. Esto sin duda no lo aprendió en el seminario, pero es su llamado personal que me llamo a la reflexión de como yo vivo por fe y como escucho el llamado de Dios para mí y para otros.
También conocimos a nuestros hermanos de la iglesia Menonita de Guatemala, y nos quedamos inspirados por el testimonio viviente de Eva Luvia Vic Teni y Marcos Coit de la iglesia Menonita K’ekchi’ y como el SEMILLA tiene una labor esencial en preparar teológicamente a grupos tan diversos en Latinoamérica.
Entre tantas lecciones que aprendí de la gente de a pie en los poblados que visitamos en las vivencias culturales de ese país también conocí a una Guatemala joven y orgullosa de sus raíces Mayas, que visten sus atuendos como dando fe de que no son invisibles que quinientos años de colonización, discriminación, genocidios y atrocidades a su gente no han podido callar las voces de los hombres y mujeres aun creen que es posible vivir en sus tierras y tienen el derecho de ser respectados y que se les brinde recursos para mantener su esencia cultural entre otras muchas cosas.
Este articulo podría ser bastante largo si enumerara las muchas lecciones de vida durante este viaje de aprendizaje. Ahora quisiera resaltar algunas de las lecciones aprendidas de lo que podríamos decir que fue la tercera parte de nuestro viaje.
A esta lección la quiero llamar el grano de café. Esta lección podría ser un repaso de lo ya vivido pero que se aletargo con la oportunidad de vivir en un mundo donde todo es mas asequible. Esta es como nuestros hermanos y hermanas conciben la fe desde una dependencia absoluta de Dios, donde el presupuesto se hace en base a las necesidades sin la certeza de como se cubrirá. Con el conocimiento de una comunidad que requiere ayuda con niños en el plano académico como lo hace FundaVida o como los hermanos de Uspantan que en solo 8 meses de reunirse tienen una comunidad de mas de 150 personas y compran un terrenos al que varias veces a la semana van a orar para que Dios provea los medios para construir un templo o la dedicación de Casa de Paz por servir dando testimonio público en forma hibrida como iglesia, para esto requieren todo una mudanza de equipos en cada reunión pues no tienen un lugar de reunión propio.
Servir con gozo, dar lo mejor de sí, creer con devoción, no rendirse por adverso que sean las circunstancias, tener el valor de empezar de nuevo, renovarse y acompañar las penas y los grandes proyectos con una taza de café son algunas de las lecciones aprendidas en El Camino.
Conocer las historias de otros nos inspiran, pero sería una verdadera tragedia si estas vivencias no nos transformaran y nos animaran a ser parte de la obra transformadora de Dios en la tierra.
-Sandra Montes-Martinez, Ministra Asociado de la Conferencia WDC (basado en TX)
Lessons Learned
It is my habit that, when preparing to visit a new place, I try to check the weather, since I am asthmatic, and I must be careful when there are drastic changes. I also like to find out a little about the customs or history of the place to visit, that has helped me to connect more easily with the local people and prepare myself for the experience.
I must admit that no matter how much or little information I get prior to my visit, there will always be something that surprises me and that is also part of the expectation when we walk with others.
Although, I have many good memories, not all experiences have been pleasant, there are many that I would never want to live them again, but with certainty I can say that, from all of these, there is something to learn.
Today, I want to tell you about some of the lessons learned along the way, let us start with our recent trip to Guatemala, a country that is very close to my heart because of family ties.
The plan was quite clear, Heidi Regier Kreider and I would join a group of conference leaders from MC USA to participate in a learning tour hosted and guided by SEMILLA (Anabaptist Latin American Seminary) in Guatemala City.
This trip for me would have various aspects, the family because my husband is Guatemalan and would have the opportunity to visit the cemetery where my mother-in-law has been buried since 2020 when she died a victim of the pandemic and to whom we could not say goodbye due to the current travel limitations and the suddenness of her departure. In this experience I learned the value of goodbyes, how deeply it marks us not being able to comply with the rites that we understand as part of saying goodbye to our loved ones, and I know that I am not alone in this grieving process.
The part of the trip for which I had “prepared” would be the one that I would share with my colleagues, I was clear about the itinerary, and the measures I should take to prevent mishaps, how I should dress, importantly, I should bring two bottles of water, a raincoat to protect myself from the rain, mosquito repellent and even sunscreen, I couldn’t forget my computer because I would have to deal with work matters.
All these things were quite useful without a doubt, but they did not prepare me for the life lessons I was about to learn, they did not prepare me to meet people who after losing everything move forward and with the help of others rebuild their communities and make ways to new associations where women lead the efforts of micro-enterprises and services that support children and their families to get ahead as ANADESA does http://anadesa.org/.
I was also not prepared to meet a missionary that we met at Casa Emaús, which is the lodging place that SEMILLA provides and that is available for groups like us as part of a training or learning event as well as housing individuals and families for different purposes. But let us go back to the missionary Lurdes, this woman visits the least popular places for church people like dumpsters, prostitution dens and other places to tell people she meets there about Jesus. She certainly did not learn this in seminary, but it is her personal call, this called me to reflect on how I live by faith and how I listen to God’s call for me and for others.
We also met our brothers from Mennonite church in Guatemala, and we were inspired by the living testimony of Eva Luvia, Vic Teni and Marcos Coit from the K’ekchi’ Mennonite church and how SEMILLA has an essential role in preparing such diverse groups theologically in Latin America.
Among so many lessons that I learned from the ordinary people in the towns that we visited and in the cultural experiences of that country, I also met a young Guatemalan that is proud of her Mayan roots, who wears her attire as if attesting that she is not invisible that five hundred years of colonization, discrimination, genocide and atrocities against its people have not been able to silence the voices of men and women who still believe that it is possible to live on their land and have the right to be respected and given resources to maintain their cultural essence among many other things.
This article could be quite long if I list the many life lessons during this learning journey. I would now like to highlight some of the lessons learned from what we could say was the third part of our journey.
I want to call this lesson the coffee bean. This lesson could be a review of what has already been lived but was lethargic with the opportunity to live in a world where everything is more affordable. This is how our brothers and sisters conceive their faith from an absolute dependence on God, where the budget is made based on needs without the certainty of how it will be covered. With the knowledge of a community that requires help with children academically, as FundaVida does or as the Uspantan brothers, who in only 8 months of meeting have a community of more than 150 people and buy a piece of land where they go to pray several times a week so that God provides the means to build a temple or the commitment of Casa de Paz giving public witness in a hybrid way as a church, for this they require a whole team to move equipment for each service because they do not have their own meeting place.
To serve with joy, give your best, believe with devotion, not give up no matter how adverse the circumstances, have the courage to start over, renew yourself and accompany the sorrows and big projects with a cup of coffee are some of the lessons learned on The Way.
Knowing the stories of others inspire us, but it would be a real tragedy if these experiences did not transform us and encourage us to be part of God’s transforming work on earth.
-Sandra Montes-Martinez, WDC Associate Conference Minister (TX-Based)