*Pictured: The reunification site for Bowie High School students and families.
The news has reported another school shooting. This time at James Bowie High School in Arlington, Texas. As a member of the James Bowie High School community, this tragedy hits close to home. My family and I now deal with the fear and trauma that comes with such an event, as we grapple with the reality of having a loved one amid such a terrifying ordeal.
Our hearts ache for the students, families, and community affected by the tragic shooting. No student should ever have to fear for their safety in a place of learning. Our deepest condolences go out to the family of the student who lost his life to this senseless act of gun violence.
In the wake of the tragic shooting at James Bowie High School, it is all too easy to feel overwhelmed by the pain and suffering that surrounds us. It can be tempting to turn away, to ignore the violence and brokenness that plagues our world, but as people of faith, we are called to do the opposite. We are called to embrace the pain, to acknowledge the brokenness, and to work towards healing and peace.
Violence is a reality in our world, a reality that we cannot ignore. But we must not allow ourselves to become numb to it. We must allow ourselves to feel the pain, to grieve for those who have been lost, and to empathize with those who are suffering. It is only by acknowledging the reality of violence that we can begin to work towards a more peaceful world.
This work begins at home, in our own hearts and in our own families. We must strive to be peacemakers in our own lives, resolving conflicts with love and compassion rather than violence and anger. We must teach our children the value of peace, showing them by example how to live lives of nonviolence and reconciliation.
But our work cannot stop there. We must also work to bring peace to our communities, to our nation, and to the world. This means advocating for policies that promote peace and justice, and working to address the root causes of violence, such as poverty, inequality, and lack of access to education and opportunity.
As people of faith, we are called to be instruments of peace in a broken world. Let us not shy away from the pain and suffering around us, but let us embrace it, knowing that it is through our efforts that healing and peace can come. Let us start the work of peace in our own homes and communities, knowing that every small act of kindness and compassion brings us one step closer to a world free from violence.
-Sandra Montes-Martinez, WDC Associate Conference Minister (TX-based)
Abrazando el Dolor: Un Llamado al Trabajo por la Paz en un Mundo Roto
*En la foto: El sitio de reunificación para los estudiantes y familias de Bowie High School.
Las noticias han informado de otro tiroteo en una escuela, esta vez en la escuela secundaria James Bowie en Arlington, Texas. Como miembro de la comunidad de James Bowie High School, esta tragedia nos toca de cerca. Mi familia y yo ahora lidiamos con el miedo y el trauma que conlleva un evento así, mientras lidiamos con la realidad de tener un ser querido en medio de una experiencia tan aterradora.
Nos duele el corazón por los estudiantes, las familias y la comunidad afectados por el trágico tiroteo. Ningún estudiante debería tener que temer por su seguridad en un lugar de aprendizaje. Nuestro más sentido pésame a la familia del estudiante que perdió la vida en este acto sin sentido de violencia armada.
A raíz del trágico tiroteo en la escuela secundaria James Bowie, es muy fácil sentirse abrumado por el dolor y el sufrimiento que nos rodea. Puede ser tentador dar la espalda, ignorar la violencia y el quebrantamiento que plagan nuestro mundo. Pero como personas de fe, estamos llamados a hacer lo contrario. Estamos llamados a abrazar el dolor, a reconocer el quebrantamiento y a trabajar por la sanación y la paz.
La violencia es una realidad en nuestro mundo, una realidad que no podemos ignorar. Pero no debemos permitirnos ser insensibles a ella. Debemos permitirnos sentir el dolor, llorar por los que se han perdido y empatizar con los que sufren. Sólo reconociendo la realidad de la violencia podremos empezar a trabajar por un mundo más pacífico.
Este trabajo comienza en casa, en nuestros propios corazones y en nuestras propias familias. Debemos esforzarnos por ser pacificadores en nuestras propias vidas, resolviendo los conflictos con amor y compasión en lugar de violencia e ira. Debemos enseñar a nuestros hijos el valor de la paz, mostrándoles con el ejemplo cómo vivir vidas de no violencia y reconciliación.
Pero nuestro trabajo no puede detenerse ahí. También debemos trabajar para llevar la paz a nuestras comunidades, a nuestra nación y al mundo. Esto significa abogar por políticas que promuevan la paz y la justicia, y trabajar para abordar las causas fundamentales de la violencia, como la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a la educación y las oportunidades.
Como personas de fe, estamos llamados a ser instrumentos de paz en un mundo quebrantado. No rehuyamos al dolor y al sufrimiento que nos rodea, sino que lo aceptemos, sabiendo que es a través de nuestros esfuerzos que la sanación y la paz pueden llegar. Comencemos el trabajo de paz en nuestros propios hogares y comunidades, sabiendo que cada pequeño acto de bondad y compasión nos acerca un paso más a un mundo libre de violencia.
-Sandra Montes-Martinez, Ministra Asociada de WDC, (Basada en TX)