by  Heidi Regier Kreider

Dear pastors, chaplains and other ministers in WDC,

I know you don’t need me to tell you that this is a stressful time for ministers!  Even in “normal” times, you carry significant responsibility, work under high expectations, and frequently relate to people dealing with pain, conflict, loss, trauma, suffering and death.  But these days you are offering ministry under the accumulation of multiple stress factors: COVID-19, political polarization in an election season, racial injustice and social unrest, fear of natural disaster (such as hurricanes), and the uncertainties of a new school year.  You have been pressed to use technology in new ways, develop new patterns of leadership, discern difficult decisions in the midst of conflicting values – while managing additional personal and family concerns.  Some of you have delayed (or reduced) vacation or sabbatical time, or had a cut in pay due to the impact of COVID.

In the midst of all this, you have demonstrated amazing creativity, compassion, and faithful leadership!  Yet, six months into COVID, I also hear some of you saying you are very tired. You are weary of working relentlessly to manage all these issues.  You may be observing rising rates of depression, grief, anxiety and domestic violence in your community, and feeling overwhelmed trying to respond to the cumulative impact of trauma and loss among people around you.

Please know that what you are feeling is a natural response. And you are not alone.

Soon after COVID began, I attended a webinar on Recognition of Trauma Exposure and Resilience in the Face of Compassion Fatigue with presenter Dr. Melissa Hofstetter, director of Shepherd Heart Ministry Consulting (see https://www.shepherdheartconsulting.com/about/).  She noted that the stress of ministering to people in trauma takes a heavy toll on ministers.  Because ministers tend to be compassionate and hard-working people, they can easily become overwhelmed in the face of continual crisis.  This can result in burnout, a state of emotional, physical, and mental exhaustion caused by excessive and prolonged stress. It occurs when you feel overwhelmed, emotionally drained, and unable to meet constant demands.

In the face of such realities, Hofstetter reminded us that a “rest-ethic” is just as important for ministry as a “work ethic.” She noted three dimensions of care that are crucial to sustain health and wholeness for ministers and those with whom we minister:

–       Bottom-up (Grounding): Care for the body, through deep breathing, exercise, stretching, and healthy touch.  Allow for tears – and laughter. Take time for sleep and rest.

–       Top-down (Clarity):  Care for the mind and spirit, through routines, rituals and structures that offer a sense of meaning and purpose in the midst of circumstances beyond your control. Discern prayerfully what God is calling you to do – and what is beyond your calling or capacity to do.

–       Side-to-Side (Connection): Care for relationships with others, through nurturing healthy connections with people who provide encouragement and counsel. Engage others to support you and to partner with you in ministry: Talk with leaders in your congregation, utilize mental health organizations in your community (for personal support or referral of congregation members), reach out to your pastor peer group, or call your WDC conference minister liaison for conversation.

As you seek life-giving practices in your ministry, I invite you to consider how you are nurturing these forms of care for yourself – and for others.  May God grant you strength, courage and daily renewal for your ongoing journey of ministry.

——————–

Una carta abierta a los ministros de la WDC

          – de Heidi Regier Kreider

Estimados pastores, capellanes y otros ministros de la WDC:

¡Sé que no necesitan que les diga que este es un momento estresante para los ministros! Incluso en los tiempos “normales”, ustedes tienen una gran responsabilidad, trabajan bajo altas expectativas y con frecuencia se relacionan con personas que enfrentan dolor, conflicto, pérdida, trauma, sufrimiento y muerte. Pero en estos días están ofreciendo ministerio bajo la acumulación de factores múltiples de estrés: COVID-19, polarización política en una temporada electoral, injusticia racial y malestar social, miedo de desastres naturales (como huracanes) y las incertidumbres de un nuevo año escolar. Se les ha pedido usar la tecnología en formas nuevas, desarrollar patrones nuevos de liderazgo, discernir decisiones difíciles en medio de valores en conflicto, mientras manejan preocupaciones personales y familiares adicionales. Algunos de ustedes han retrasado (o reducido) las vacaciones o el tiempo sabático, o han tenido una reducción salarial debido al impacto del COVID.

¡En medio de todo esto, han demostrado una creatividad, compasión y liderazgo fiel asombrosos! Sin embargo, a los seis meses del COVID, también escucho a algunos de ustedes decir que están muy cansados. Están cansados de trabajar sin descanso para manejar todos estos problemas. Es posible que estén observando tasas crecientes de depresión, dolor, ansiedad y violencia doméstica en su comunidad, y se sientan abrumados al tratar de responder al impacto acumulativo del trauma y la pérdida entre las personas que los rodean.

Por favor, sepan que lo que sienten es una respuesta natural. Y no están solos.

Poco después de que comenzara el COVID, asistí a un seminario web sobre el Reconocimiento de la exposición al trauma y la capacidad de recuperación frente a la fatiga por compasión con la presentadora Dra. Melissa Hofstetter, directora de Shepherd Heart Ministry Consulting (https://www.shepherdheartconsulting.com/about/). Ella señaló que el estrés de ministrar a personas en trauma tiene un precio alto en los ministros. Debido a que los ministros tienden a ser personas compasivas y trabajadoras, pueden sentirse abrumados fácilmente ante una crisis continua. Esto puede resultar en agotamiento, un estado de agotamiento emocional, físico y mental causado por un estrés excesivo y prolongado. Ocurre cuando se sienten abrumados, emocionalmente agotado e incapaz de satisfacer las demandas constantes.

Frente a tales realidades, Hofstetter nos recordó que una “ética de descanso” es tan importante para el ministerio como una “ética de trabajo”. Señaló tres dimensiones del cuidado que son cruciales para mantener la salud y la integridad de los ministros y aquellos con quienes ministramos:

  • De abajo hacia arriba (conexión a tierra): cuiden el cuerpo a través de la respiración profunda, el ejercicio, el estiramiento y el tacto saludable. Permitan las lágrimas y la risa. Tómense un tiempo para dormir y descansar.
  • De arriba hacia abajo (Claridad): Cuiden la mente y el espíritu, a través de rutinas, rituales y estructuras que les ofrecen un sentido de significado y propósito en medio de circunstancias fuera de su control. Disciernan con oración lo que Dios les está llamando a hacer y lo que está más allá de su llamado o su capacidad de hacer.
  • De lado a lado (conexión): cuiden las relaciones con los demás, fomentando conexiones saludables con personas que brindan aliento y consejo. Involucren a otros para que los apoyen y se asocien con ustedes en el ministerio: hablen con los líderes de su congregación, utilicen organizaciones de salud mental en su comunidad (para obtener apoyo personal o referencias de miembros de la congregación), comuníquense con su grupo de pares de pastores o llamen a su WDC enlace del ministro de la conferencia para la conversación.

Mientras buscan prácticas vivificantes en su ministerio, los invito a considerar cómo están nutriendo estas formas de cuidado para ustedes y para los demás. Que Dios les conceda fuerza, valor y renovación diaria para su continuo camino de ministerio.